Desde mediados de los años 80, una innovación transformadora irrumpió en la industria del transporte: las suspensiones de tipo neumático eléctrica, también conocidas como ECAS (Electronic Control Air Suspension). Lo que comenzó como una opción más, ha evolucionado para convertirse en la elección predilecta, especialmente en camiones de media gama, pesados y tractoras, desplazando completamente a las tradicionales suspensiones mecánicas.
La suspensión neumática, ahora omnipresente en el sector del transporte, ha redefinido la forma en que abordamos la estabilidad y comodidad en vehículos de carga. En lugar de las ballestas mecánicas convencionales, la suspensión neumática adopta fuelles neumáticos, también conocidos como “diapres”, para garantizar una experiencia de conducción más suave y adaptable.
La esencia de estos sistemas radica en su capacidad para ajustarse automáticamente a las demandas de carga. Proveniente del circuito principal de frenos, el sistema suministra aire comprimido a los fuelles neumáticos con una presión y caudal específicos. Este ajuste automático garantiza una nivelación óptima del chasis en todo momento, tanto en dirección longitudinal como transversal, asegurando una sustentación adecuada frente a la carga transportada.
Las ventajas de las suspensiones neumáticas no se limitan solo a la mejora del confort de conducción. La capacidad de adaptarse dinámicamente a las condiciones de carga garantiza una estabilidad superior, contribuyendo a la seguridad en carretera y prolongando la vida útil de los componentes del vehículo.
En resumen, lo que comenzó como una innovación en la década de 1980 se ha convertido en una piedra angular en la evolución de los sistemas de suspensión para camiones. La suspensión neumática no solo representa un avance tecnológico, sino una solución integral que ha redefinido la experiencia de conducción y la eficiencia en el transporte de carga. (Riera Espinoza, 2010).